domingo, 16 de mayo de 2010

00142-4. EL LAMENTO DEL VENCIDO: Del recuerdo de la derrota

DOCUMENTO ANTERIOR: 00069

DOCUMENTO POSTERIOR:  01243


Todo VENCIDO que una vez vencido decide seguir viviendo tiene como meta de su existencia transformar la derrota en una victoria. Aparece, en primer lugar, la VENGANZA, la cual, si no es de efecto inmediato, carece de significado real y, por lo mismo, se debe trasladar en el Tiempo, y cuanto más tiempo permanezca en el tiempo para retroalimentarse como una victoria menos significado tiene como venganza. El Espacio, que permanece donde fue objeto de la derrota el Vencido, ya no es el mismo Espacio que conocio la derrota, sino que conoce de otras generaciones para las cuales el Espacio es una mera referencia situada en el Tiempo. Lo que fue el deshonor para el Vencido es ahora un recuerdo para las nuevas generaciones y, sobre todo, un orgullo de saberse, si vencidos, pero victoriosos en el tiempo sobre aquel Espacio. Las nuevas generaciones o NUEVOS VENCIDOS captan para sí todo el resultado de lo acaecido, logrando formular un contenido histórico de recuperación de lo pérdido como NACIONALISMO.

Cuando el nacionalismo cobra contenido, la llama de la derrota de otros tiempos es, ahora, la llama fulgente de la victoria que está por llegar. Así, el Espacio y su momento de la derrota se constituye en un día festivo, de celebraciones y gran jubileo que aúna a los Nuevos Vencidos en aras de un utópico triunfo. El Día de la Derrota es una conmemoración, donde desfiles, textos antiguos, héroes, malvados enemigos, usurpaciones y traiciones se rebelan como exponentes máximos de una FIESTA, donde la derrota es el inicio de la victoria.

Es como si solo tuvieran futuro los PUEBLOS DERROTADOS, ya que por debajo de la derrota solo existe la extinción, y si el Pueblo puede celebrar una derrota es porque si fue vencido no fue exterminado, resultando de lo mismo que existe para alcanzar su destino, es decir, la victoria.

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