Ver documento 00143
Ahora bien, ésta sustancia, El Agua, permanente por sí misma lo es pasiva, necesita algo que la mueva, algo que provoque en ella variaciones y principie la MATERIA SECUNDARIA. Hemos dicho como el Eterno se encuentra más allá del Agua, y como de ésta no precisa para su existencia, de lo cual entendemos como ese motor que funciona por sí mismo y propicia la energía de la variación es el ESPIRITU de lo Eterno. Nos hallamos ante lo Universal y lo Particular; la Razón Primera y la Razón. Es como si lo anunciado en las explicaciones extraordinarias relativo a como el mundo de los dioses y el de los humanos tuviesen el mismo destino, la Razón permitiese, ahora, de igual modo que rechaza el mito, admitir que los mundos nacen y desaparecen, como sucederá con el mundo del hombre, viniendo a perecer entre lo INDEFINIDO, esto es, el Eterno. De este modo lo inmortal, lo incorruptible, en definitiva, lo divino, todo lo abarcado y mucho más allá de todo lo abarcado, se reconociese a sí mismo como lo único realmente posible. La relación Materia-Forma ya no es el Agua, es el Infinito.
No obstante lo anterior, no cabe confundir lo Indefinido con lo Infinito. Lo Indefinido es una percepción maximalista sobre algo que siempre puede ser mayor que la parte definida como mayor, de modo que siempre puede extenderse y ser siempre lo mayor pero no lo infinito, esto es, lo Eterno. Pero lo Indefinido se sustentaba, tal vez, sobre algo de lo que se halla formado el cielo, y que era de ese desconocido espacio, constituido por AIRE, a lo que todo debía su existencia; la tierra, el agua, el fuego. Porque entre estos se establecía una relación de cambios facilmente perceptibles en la naturaleza, siendo que todos ellos eran posibles debido a la existencia del Aire como elemento infinito y permanente, y sostén del espacio donde tenía que radicar lo Eterno. La Ley Divina del Devenir afloraba por entre los vericuetos de la Razón Humana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario