domingo, 2 de mayo de 2010

00117-3. EL CINE: Shutter Island

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El país es USA, su director es MARTIN SCORSESE, sus actores LEONARDO DI CAPRIO (el enfermo), MARK RUFFALO (el médico), EMILY MORTIMER (la recluida), JONH CAWLEY (el director). La HISTORIA se presenta en el verano de 1954, cuando dos agentes del gobierno son enviados a un centro penitenciario siquiátrico de criminales peligrosos para descubrir la desaparición de una recluida.

Cuando ésta historia se inicia la consideración de la "locura" como algo mágico o religiosos, beneficioso o maléfico, como una desviación de la razón o perversión de la voluntad hasta definirlo como una enfermedad mental, es una realidad que encierra a los "locos" atados de cadenas, para confinarlos en centros de asilo y, posteriormente, en hospitales, desde una inexistencia del tratamiento hasta un uso del mismo dentro de diferentes tendencias y con mayor o menor acierto, pervive con una idea orgánica del cerebro como origen de esas manifestaciones no lúcidas.

En la isla de Shutter se contraponen dos concepciones curativas. La primera de ellas responde a la pura intervención con bisturí del cerebro, donde la mera corrección física del daño producido cura al enfermo; sin embargo, tales operaciones se sustentan sobre un desconocimiento absoluto del contenido mismo del cerebro, lo que las convierte en verdaderos ensayos de aprendizaje médico. La segunda de las concepciones responde, dentro de una idea de tratamiento, a la hipótesis de que un enfermo empieza a dejar de serlo cuando reconoce que está enfermo e inicia el proceso de reconocimiento de si mismo.

La película se inicia con una falsa proposición: el "enfermo" y su "médico" viajan hacía la isla, de la cual no sabemos cómo han salido, y lo hacen como dos policías que desconocen el medio siquiátrico penitenciario. Pero lo anterior no importa, a ninguno de los dos les conmueve el lugar, es como si lo conociesen. Frente a ellos el "director fascista", culto, amable y condescendiente, y un entramado de oscuridades envueltos por personajes imaginarios cuyo proceso evolutivo descubre, progresivamente, la existencia de una mente enferma que no acepta la comisión de un asesinato.

La película, bien llevada, inventa toda una serie de localizaciones seudo-góticas con una estructura barroca, donde los personajes se desenvuelven con un cierto caos en un ambiente general nada creíble, tal es el caso de la afeminada oposición de la dirección del centro penitenciario al agente-enfermo. Es efectiva la fotografía, que se presenta como trabajada, pero que resulta irrelevante en relación con la historia. Lo peor el "faro" y su entramado secuencial. Lo mejor el clásico inicio. En cuanto al sector central de la película contiene algo de relleno.

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