martes, 18 de mayo de 2010

00148-8. PRINCIPIO: En el Molino no se come

Bostezó; sentía dolor en el estomago.
- Pues..., no -dijo El Facistol-
- El Viejo Loco lo tenía prohibido -dijo La Calavera-
- Decía que comer es una necesidad animal, de entero contrario al ejercicio intelectual. ¿Dios come?. Muy listo Dios, que no comiendo vive eternamente, mientras que los humanos al comer mueren -explicó El Perro Ciego-
- Visto así... parece ser cierto lo que dices. Comemos para vivir, pero morimos comiendo -concluía Cómodo-
- Pues yo tengo hambre -comentó El Lagarto de Indias-
- Eso es otra cuestión -aclaró La Calavera- Debo decir que siempre tuvo el Viejo Loco cierta prevención hacía El Lagarto de Indias. Decía que su hambre era su perdición, de modo que esa petición de comer era lo que le imposibilitaba para superar la existencia del Molino. Aquí no duraría, y sería un caso de violencia extrema que viene a morir en el Molino, donde la muerte está absolutamente prohibida. No sabríamos qué hacer con un cadáver; dirás "enterrarlo", lo que es imposible, en el Molino están prohibidos los entierros, como lo están los muertos ya que lo está la muerte. Solo quién no muere es capaz de comprender la existencia del Molino, lo que es así por el modo imposible de explicar la existencia del Molino.
- Varias veces del Molino lo expulso el Viejo Loco -concluyó El Perro Ciego- Pero él siempre vuelve, sin comprender que aquí el alimento existe cuando no existe. Pero esa apreciación de la cosa, de la definición, del concepto, de la idea, no es parte de la existencia del Lagarto de Indias.
- La conclusión, parece, está clara. El Lagarto de Indias debe ser expulsado del Molino. Que coma todo lo que quiera, que disfrute de los alimentos, que muera..., pero que lo haga fuera del Molino.
Cómodo Centón comprendía la causa que se le exponía; "mandar es un arte para el que se nace, pero ser obedecido es un arte que se lleva dentro. Decidir es el asunto" recordaba que el dijera el Viejo Loco. Se trataba de distinguir, sin embargo, entre la decisión tomada para sí mismo y aquella que se tomaba para los demás. Así, decidir para sí mismo es un hecho natural que todos ejecutamos y comprendemos, de tal manera que su resultado es una cualidad que se desarrolla en aquel que toma la decisión. Lo complicado es decidir implicando a los demás, ya que el resultado es la concepción que de la decisión advierten los demás. El hecho era que Cómodo tenía hambre, y en esto Centón se solidarizaba con El Lagarto de Indias; por otra parte, el Héroe de Herpetol, como Señor del Molino, rechazaba, en un mero acto de voluntad, la necesidad del comer, siendo así que se solidarizaba con los eternos habitantes del Molino.

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