jueves, 6 de mayo de 2010

00123-5. EL PRINCIPIO: REGINA Y PANDORA

- ¿Necesitas del agua?
- Eso parece, es el don supremo
- No te fies, ¿quieres tomar alguna cosa?. Cuando me llamastes te noté extraña, como si hubiese una gravedad en tu vida, sin embargo, te encuentro estupenda, la piel tersa, la cara brillante, un vestido precioso; todo anuncia en ti felicidad.
- Es cierto; me siento feliz. Como si todo naciese hoy para permanecer eternamente.
- No se si asustarme, no recuerdo en ti tanto contento ni ojos tan brillantes
- Hoy he dormido con el hombre al que no conocía
- ¿Otro?
- ¿Qué dices?, he dicho el hombre al que no conocía.
- Pero, ¿cuantos amantes necesitas?
- Eres cruel. ¿No escuchas?
- ¡Regina!, tienes amantes, ¿lo niegas?
- Se acabaron los amantes, no más amantes, he puesto fin a mi vida con Reginaldo
- ¿Y él, qué ha dicho?
- Aún no lo sabe
- ¿Y cuando...?
- Tengo que pensarlo
- No te entiendo. Has puesto fin a tu matrimonio, tu marido no lo sabe y tienes que pensarlo
- Está por venir
- ¿Qué?
- Que se lo diga; lo entenderá, y nuestra separación será por una buena razón: el amor
- El amor no es una razón para deshacer un matrimonio. ¿Y ese hombre lo sabe?
- Tampoco
- ¿Y cuando se lo piensas decir?
- Tengo que pensarlo
- Vas a dejar a un hombre, tomar a otro, ninguno lo sabe y tú lo estás pensado
- Así es; mientras tomaba un café y observaba el pasar del coche fúnebre, ese hombre apareció a mi lado como por arte de magia. Entonces mi cuerpo cambió, de modo que puedo decirte Pandora que no soy la que se levantó esta mañana, sino la que siempre quise ser, la que ha vivido en mí, cuya vida ha sido un universo frío donde rocas sin destino han chocado mil veces y mil veces se han partido. Ahora todo se ha reconstruido, mi universo es un mundo de luz, un campo calido y diáfano, y por primera vez en mi vida mi vientre ha florecido y anhela la fecundidad que siempre ha negado.
- ¿Estás embarazada?
- Ese hombre es la encarnación viva de dios...
- ¿Cómo?
- He tardado cuarenta años en reconocerlo
- ¡Regina, estás mal!. Es solo un hombre
- No; es el hombre. Ahora podría hacerlo...
- ¿El qué?
- Morirme; después de él ya nada me queda por hacer en esta vida, y nada tengo que hacer en otra vida, ni en mil vida más ni en mil muertes más. Soy la guardiana eterna que reposa en la isla de sus deseos, el amor yacente, el bosque de finos hilos y mi ombligo el cuévano donde pace el licor de lo infinito. No estoy en sus sueños, porque me tiene a su lado, y no necesita soñarme, aunque se aleje por el pasillo ya pasado, caminando y a caballo, respirando en el ocaso, con el sol hablando de sueños opacos, mientras ha muerto para estar cconmigo. Amiga mia, soy el alma que nunca ha tenido, el reloj de sus pensamientos envueltos en la tremolina del aire turbulento...; ¿Qué más se le puede pedir al amor?. ¡Ay Pandora!

1 comentario:

  1. Este texto tiene mucha fuerza,la fuerza que da romper con lo establecido y llenarse de lo que uno desea.Me gusta mucho como está escrito y lo mucho que transmite.Con este blog me dejas onubilada...Conchi

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