domingo, 12 de diciembre de 2010

00381-02.ARTE: 02.Leonardo da Vinci (Año 1988)

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LEONARDO,EL PINTOR:

Todo Hombre es, inevitablemente, él mismo. Inevitablemente todo Hombre es el resultado de su pasado y está, inevitablemente, sujeto a las realidades del presente. En este sentido, Leonardo Da Vinci, es un hombre vulgar.

Después de su muerte le llamaron "mago", mientras vivió le ignoraron, hoy es titulado de "genio". Lo vemos como un hombre entrado en años, hablador de las ciencias, ejercedor de las artes, aprendiz de las letras y tratador de filosofía. Fue matemático y astrónomo, ideó esclusas, carros de combate, planeadores, escafandra, paracaídas, fortalezas subterráneas, ametralladoras, tornos, taladradoras, hiladoras de lana... trabajó en los planos de las catedrales de Milán y de Pisa como arquitecto. Se interesó por la estructura de las cosas, por la anatomía del hombre y de los animales, por la naturaleza y por loa experimentación, por el microcosmos y el macrocosmos, por la bóveda celeste, por la moral y la ética, por la vida y el poder de los hombres. Y escribió. Y tocó la citara. Es, sin duda alguna, el humanista universal.

Ciertamente, si Petrarca es el primer humanista y Rafael es la expresión viva del renacimiento, Leonardo da Vinci es, tal vez, el más completo de los hombres; donde el Hombre alcanza la más fina de sus definiciones. Contribuyen a esto el descubrimiento de la luz y de la sombra por los hombres renacentistas, Brunelleschi, al determinar la forma exacta de dibujar sobre una superficie plana dando la sensación de espacio, lo que se llamó perspectiva, y Leonardo, quién logró acabar con la linea que dibujaba el contorno de la figura mediante la técnica del difuminado, consistente en no trazar los bordes del dibujo con una línea seguida, sino en dejarlos borrosos.

De este modo se pudo pasó de la dureza de la Pintura Medieval a la suavidad Renacentista. Sin embargo no duró mucho. A fuerza de parecer que algo resulta definitivo, como a parecerles vino a los hombres del renacimiento, acaban las fuerzas venideras por trastocar todo lo anterior. Y así fue. Dos hombres a un tiempo, tal vez sin conciencia de ello, rasgaron los principios de luz, sombra, perspectiva y difuminado que fueron los valores-ejes del Renacimiento.

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