00405-05.FIESTAS: 01.Navidad

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-I-

NAVIDAD quiere decir negación del Hombre por el Hombre conforme nos dice Cómodo Centón. Y afirma el Centón que aquellos que niegan al Hombre son animales que evolucionaron hasta la actual condición animal de Hombre y cuya característica básica consiste en, por medio del miedo personal y del terror ajeno, inventar un mundo de poder en este mundo, pero situándolo en un mundo más allá de este mundo, aunque confundido con este mundo, donde se ejerce el miedo personal y el terror ajeno.

No es un lío el párrafo anterior, es mera comprensión, es decir, el Hombre que niega al Hombre es el mismo que inventó a Dios

Sin embargo, lo peor de inventar a Dios no es el inventarlo sino que el invento sirve para sumir al Hombre en la sumisión a Dios, lo que viene a materializarse en la Exaltación del Eterno dentro de una ceremonia de nacimiento del Eterno, como si el Eterno tuviese principio, cuando previamente se ha sentenciado que es infinito.

La NAVIDAD es una idea que, en sentido amplio, no viene a significar lo antedicho, y como toda idea, emitida por el pensar, contiene algo de verdad, pero y a su vez algo de error, de modo que la Navidad es una percepción que en tiempo y espacio comprendemos con la Razón. Es así como aquello que nace como una mera sumisión, revierte en una Idea percibida como un sentimiento que al ser experimentado puede ser compulsado por la Razón. Una vez aquí, la NAVIDAD es una fiesta.

Es de noche, el cielo luce estrellado, los pastores están, en mangas de camisa, cuidando del rebaño allá en el monte y tres turistas, colegas del sirio Abracadabra, viajan por el mundo por no tener nada que hacer en sus casas, que para las cosas de la casa tienen criadas. Junto a los citados personajes secundarios, los buenos y el malo. Una familia judía, donde la mujer, que es virgen, se ha quedado embarazada , siendo aceptado, sin problemas, por el esposo, al que conocemos por pater putativo, eso de que la señora esté embarazada de otro y siga virgen, como algo normal, casi cotidiano. Y el "malo", un rey que por cierto dio paz, progreso, seguridad y riqueza a sus súbditos judíos, el cual envía a sus secuaces a matar al niño que no tiene padre conocido, pero que por fortuna se salva al aviso de un chivato, no avisando al resto de los niños del pueblo, que todos vienen a morir sin problemas ni reparos.

Así que si la noche era de luceros llena y los pastores iban de verano, ¿qué hacemos con la nieve caída en el campo?. Porque lo de la nieve tiene tela.

-II-

El SOL nace el veinticinco de diciembre, y no hay nada más apropiado que el Sol como atributo de lo ETERNO. Las gentes de aquel Imperio Romano celebraban el nacer de la Luz en aquel Punto de Inflexión donde ésta devenía de la muerte de la Oscuridad, de modo que tal festejo planteaba un dilema al Pensamiento Cristiano, ya que "los cristianos pueden celebrar en primavera el nacimiento de Cristo y el veinticinco de diciembre el nacimiento del Sol. ¡Pues va a ser que no! ¿Qué elijan: o estás con Cristo o estás con el Sol?"

¿Cómo?, lo resolvió DIONISIO EL EXIGUO, un pater de los alrededores de Roma, quién decidió, tras exhaustivos cálculos matemáticos, que Cristo había nacido el veinticinco de diciembre.

¡Que casualidad!. Ahora había que elegir, o estás con la Iglesia de Roma o contra ella, de modo que se instauraba el celebrar el nacimiento de Cristo o bien el de Apolo en Roma, el de Helios en Grecia, el de Mitra en Persia, el de Huitzlopochtli en Méxica, el de Irey en Germania o el de Inti entre los incas, entre otros.

-III-

Y en esto supo Cómodo Centón porque no era Cómodo Centón un Dios o Eterno, que para ser un ETERNO es condición única el haber nacido el veinticinco de diciembre, pero, y sobre todo, que alguien decida, y otros se lo crean, que he nacido ese día. Y como consta documentalmente que Cómodo ha nacido en otro día distinto, solo le queda la esperanza que en algún momento de la Historia del Mundo regrese Dionisio el Exiguo y fije como fecha de nacimiento de Cómodo Centón el veinticinco de diciembre, pudiendo entonces, y solo entonces, ser elevado Cómodo Centón a la condición de Eterno.