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La GUERRA FRANCO-LIBIA de 2011 está llegando a su fin. La guerra que fuera iniciada por FRANCIA para recuperar los pozos de petróleo libios, consentida por RUSIA e ignorada por CHINA, ha logrado dar trabajo a las fábricas de armamento de las "democracias menores" (para los ilustrados "democracias occidentales), destruir una tierra que, en comparación con el resto de África, tenía un elevado nivel social y económico, y que ahora, por cierto, hay que reconstruir, lo que se hará por las empresas civiles francesas, y ocultar a un dictador-amigo, de cuyo potencial de reacción nada se sabe.
La CUESTIÓN ahora reside en la deriva que la nueva Libia ha de tomar, en la amplitud de unas futuras elecciones, ¿serán celebradas?, ¿serán aceptados los gadafistas en esas elecciones democráticas?, en la emigración que ha de promover a Europa, ¿qué será de la soldada-civil cuando pierdan sus armas automáticas?, en la profusión de la agresión entre la parte-bereber y la parte sur-negra, y sobre todo en la venganza que, tarde o temprano, caerá sobre Francia.
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