sábado, 7 de agosto de 2010

00234-24.ALICANTE.1917: 3.Antiflamenquistas

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Se apearon del coche. Como diría nuestro compañero Justo Llacer los obreros piden pan, los pobres asilos, los enfermos hospitales y los flamencos piden más plazas de toros. Pues bien, al obrero no se le escucha, al pobre no se le hace caso, al enfermo no se le da mérito a lo que dice y al flamenco otra plaza de toros.

¡Cuanta miseria!, apareció del zaguán diciendo Justo Llacer. ¡Antiflamenquistas!. ¡Propagadores de la razón y de la cultura, urge comenzar una campaña enérgica contra las películas de ladrones y detectives!.

Cuando lo hubieron calmado, todos partieron hacía el hospedaje de Eugenio Noel, donde en compañia de Irles y Dorado el patricio de los antiflamenquistas se encontraba, diciéndole que ya disponía de los principios que formarian la Orden de los Predicares Laicos, indicándole que era lo único sensato que quedaba por erigirse en ley, ello será un fuerte revulsivo que tenga la virtud de avivar el deseo de conocerlo todo, será como un brazo de la justicia, pues el problema de España no es solo económico sino tambíén intelectual, ya que solo el triunfo de la cultura devolverá la vida a las ciudades españolas. Abrió la maleta Noel y de ella extrajo tres volumenes..., este es mi equipaje, les dijo: un texto de Unamuno, una foto de Belmonte, una carta de Bombita, un retrato de Anasagastegui, un dibujo de Julio Antonio... y los tres salieron a la calle donde se encontraron con sus amigos, a quienes Sarrió reflexionaba sobre la inmoralidad del juego, consistenteb en lograr la felicidad a costa del dinero ajeno y en demostrar qué significa haber perdido la confianza en sí mismo, encargándolo todo al azar. La loteria nacional es una cooperativa o mutualidad donde se depositan nuestros ahorros y donde unos pierden todo su capital para que otros obtengan ganancias. Reunidos todos, saludáronse; conviniendo en volver al número treinta y cuatro de la calle del Pozo, pues mostraba Eugenio Noel interés por conocer donde trabajaban los antiflamenquistas alicantinos. Con ellos cruzáronse un grupo de gentes que pasabn bailando y cantando; el señor Pagan que vió venir a los unos y pasar a los otros, a la llegada de sus amigos les hizo notar como eran los mismos asiduos de tabernas y vicios aquellos que al bailar tan solo hacían contorsiones y molinetes lascivos y antiestéticos.

Ciertamente, comenzó uno de los reunidos, el crimen de todos es la ruina de España, porque unos la han arruinado y otros no hemos hecho nada para evitarlo.

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