lunes, 23 de agosto de 2010

00257-1.EL TERRORISMO VIVE SI COBRA

Lo primero que causa el TERRORISMO, tanto en la Materia como en su Forma, en la Esencia como en sus Personas, es terror. La parálisis del Pensar es el resultado, y desbloquear la ausencia de Pensamiento es el objetivo. TERRORISMO es la fuerza que UNO ejerce sobre OTRO, dice Cómodo Centón; aprecia Cómodo Centón que definir así el Terrorismo equivale a determinar que todo es terror, por ejemplo: un huracán es una fuerza de la Naturaleza ejercida sobre las criaturas que son parte de esa naturaleza, de modo que si de la Naturaleza eliminásemos a sus criaturas, el huracán sería una tontería de la Naturaleza. Sin embargo, lo que pretende Cómodo Centón es promocionar que el Terror que causa el Terrorismo existe si la Fuerza ejercida se manifiesta como fuerza sobre algo. El problema del Terrorismo se encuentra en la respuesta proporcionada por el desbloqueo, dice Cómodo Centón.

Nos encontramos con los dos elementos del Terrorismo: la fuerza que ejerce y la contrafuerza que recibe, dice Cómodo Centón.

Cuando Cayo Julio César inicia su segundo exilio, cuenta César, que cae apresado por unos piratas; éstos piden un rescate a cambio de la vida de César, pero a César la cuantía del rescate le parece poco y se enfada, manifestando a sus secuestradores que él vale mucho más, dicho lo cual César envía a su esclavo para que vuelva con una cantidad de dinero muy superior a la pedida por los terroristas. Hecho el pago, César es levantado de su secuestro y regresa a su casa, donde organiza una flota, regresa allá donde los terroristas tenían su morada, y tras degollarlos los colgó, recobrando su dinero.

Suponiendo que la historia sea cierta, y en César es suponer ya que por entonces César era un mozalbete, nos encontramos ante el METODO FIN TERRORISMO o dicho de otro modo: muerto el perro se acabo la rabia.

La ONU, esa estúpida organización de naciones, sin poder alguno, sin soberania, sin estado, con falsos ropajes de mendigo bien alimentado, debería de ser César. Pero para ser César hace falta tener el valor para serlo y, sobre todo, para asumir sin correspondencia alguna todas las consecuencias de ser César, dicho de otro modo: en toda contrafuerza ante una fuerza hay pérdidas pero una ganancia definitiva. El asunto, pues, es decidir si queremos una ganancia definitiva o una pérdidas eternas, dice Cómodo Centón. Y en ese "decidir" no debemos olvidar que es la fuerza que uno ejerce sobre otro.

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