domingo, 29 de agosto de 2010

00263-05.HITORIA DE ESPAÑA: Los pobres

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Hay contrarios que por existir se necesitan por sí mismos, de modo que son definidos por el otro. Así, si RICO es aquel que mucho tiene, POBRE es aquel que nada tiene. Ambos, ciertamente, tienen, de modo que lo que le sobra al primero le falta al segundo. La cuestión es que para identificarse uno necesitan del otro.

La relación entre Rico y Pobre viene determinada por la actividad del Estado, de modo que los fondos que el Estado necesita bien pueden obtenerse de los Ricos pero son escasos, ya que los Ricos no suelen ser muchos y sus dineros suelen perderse entre los entramados de las deducciones, por lo que financiarse de los Ricos no trae cuenta, ya que, además de desaparecer por el foro, se tornan enemigos que antes gastan sus dinros en castigar al Estado que en financiarlo. Podemos decir entonces que el no haber dinero es por haberlo y el no ser rico es por serlo. Parece cosa complicada pero no lo es, y queda claro si entendemos como aquel que lo es ante otro, y éste otro lo es ante un tercero. Es decir, el primero pierde ante el segundo, y el segundo que parece tenerlo ante el primero, lo pierde todo ante un tercero que no es conocido por el primero y prefiere ser ignorado por el segundo. EJEMPLO: imaginemos un promotor de Viviendas (segundo), que pide dinero a un banco (tercero), construye y vende la vivienda a un Comprador (primero).

Pero lo interesante de lo antedicho reside, desde el punto de vista del Pobre, en los dos factores que son propios del Pobre; por una parte la limosna y por otra la mendicidad.

Es importante comprender, en primer lugar, quién es pobre, porque de eso depende la autorización para poder pedir LIMOSNA, debiendo ser considerado que la petición de Limosna ha de ser realizada por personas verdaderamente pobres y no los otros o aquellos que se hacen pasar por pobres, y en caso de estar autorizados como pobres, la petición de la limosna debería de hacerse allá de donde sean naturales, y esto debe de ser así ya que la pobreza es reconocida por los familiares y vecinos, y en ningún caso por los extraños, que pueden ser engañados por los pobres no siéndolo, cosa que no ocurre si el pobre pide limosna en su pueblo, ya que en su pueblo si reconocen su pobreza y no pueden ser engañados. Otro asunto es la consecución de la LICENCIA, que debe ser otorgada por una autoridad que pueda dar fe de pobreza, antes eran el cura y el justicia, bien podría ser hoy la Hacienda Pública, la cual es interesada en el caso que nos ocupa, ya que podrían los pobres devengar los impuestos de los beneficios obtenidos en su petición de limosna, quedando, además, cubiertos por la seguridad social y por el subsidio de paro en caso de paro por negación de la licencia de limosnas. En este sentido se evitaría un proceso contra-humano, consiste en vigilar a los pobres y arrebatarles el noble trabajo de pedir limosna, porque como antes se decía "al pobre quien le quita el poder de pedir limosna le quita no menos de la vida, porque no le queda otro agujero donde se meta, sino la sepultura", siendo opinión de Cómodo Centón que al pobre no le queda ni la sepultura por no tenerla.

Si lo anterior no es factible queda siempre que el Estado provea, pero si provee puede arruinarse y, de seguido, desaparecer, asunto éste que no interesa al Rico, de ahí que mejor es dejar sin estorbar al Pobre para que pida limosna a su libre albedrio, quedándose, por entero, con las ganancias de su actividad. Ahora bien, tal libertad en el pedir puede volcarse en libertinaje de limosna, lo cual no es de derecho, ya que si bien ha de darse la libertad de pedir, deben los que piden someterse a la inspección de la MENDICIDAD por la autoridad, ya que la misericordia debe de estar pareja con la justicia, y no hay justicia si hay engaño en la petición hecha por aquel que no necesita de la limosna, sino que es un vago, un malhechor y un pecador compulsivo que no quiere trabajar sino medrar de la productividad de otros, por lo que en éste caso sería legitimo quitarles la libertar pro su mal uso, porque la Mendicidad puede pasar de necesidad a vicio. Se haya otra solución en el proporcionar instrucción y oficio, pero en más de un caso siempre trae más a cuento el mendigar que el trabajar.

Dice Cómodo Centón que para todo lo antedicho existe una real y cierta correspondencia en esta España que vivimos, más dada a tener lo que no tiene pareciendo que lo tiene.

Además del Estado, que es un caso ya descrito, hoy tenemos a las O.N.G. Se caracterizan las OENEGES por ocuparse de aquellas cuestiones donde el Estado no ocupa sus recursos, cubriéndose los gastos de las mismas a cargo de los Paraimpuestos que reciben tanto de los limosnas propias del Estado como de las limosnas propias de las personas físicas y jurídicas. Lo curioso, en general, de la Oeneges es que lejos de invertir su mendicidad en los pobres de España, se van a miles de kilómetros, donde decantan las limosnas recibidas en otros pobres, sin importarles la pobreza que aún arrastra España.

Claro, dice Cómodo Centón, que cada uno gasta el dinero donde le da la gana.

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