jueves, 11 de agosto de 2011

00652-08.ARTE: 01.La Danza: 01.El arte de la danza de Ullate

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En el Teatro de Verano LUCENTUM de Alicante se ha podido ver hoy el BALLET de VÍCTOR ULLATE, formado por seis bailarines y ocho bailarinas, bajo las ordenes de dos coreografos, Ullate y Eduardo Lao. El espectáculo se encuentra estructurado en veinte cuadros recogidos en una introducción y tres partes. La INTRODUCCIÓN o primer cuadro abre con una exposición moderna de la danza por medio de una manifestación estética que arranca desde la posición de una "araña" que, si es espectacular en su inicio, decae abiertamente a lo largo del cuadro, de modo que pierde la relación con la música y no logra una narración precisa. La PRIMERA PARTE se extiende a lo largo de los cinco siguientes cuadros, tratando de establecer una correspondencia entre la música clásica y la danza que no se logra salvo en aislados momentos, así el recital de manos, de gran plasticidad, que nos ofrece la bailarina en el segundo cuadro fija un especial espiritu que, sin embargo, no enlazan adecuadamente con la música. La progresión de los siguientes cuadros muestran claramente la formación en ballet clásico de las bailarinas, aunque sus posiciones en este tipo de baile resultan flojas e insuficientes, en cierto sentido desestructuradas por la preeminencia de movimientos más naturales.

La SEGUNDA PARTE arranca con el séptimo cuadro y con una canción española, donde la bailarina ofrece un flujo de movimientos detenidos, que se repetirán en la progresión del espectáculo pero que sin embargo empiezan a aportar elementos de mayor tratamiento y contenido. Sigue sin fluir una narrativa pero se advierte un mejor acondicionamiento corporal y físico en relación al tema musical. Diversas canciones de diferentes países y piezas musicales, así brasileños, cubanos, norteamericanos, de jazz clásico, entre otros, son expresadas en bailes individuales y de pareja, siguiendo en esto a la misma exposición de número de bailarines en escena que se pudo ver en la "primera parte". No obstante lo anterior y a pesar de la ausencia de narrativa, los diferentes cuadros no se presentan como estancos ya que se pretenden enlazar mediante la interrelación de los bailarines que terminan con aquellos otros que empiezan. Mejoran las sensaciones de duración de las piezas y el ritmo de sucesiones se hacen más ágiles, de modo que se puede vislumbrar un mayor tacto entre el baile y el elemento musical. Sigue sin aparecer la "fuerza", lo que se ve claramente en la pieza de los dos bailarines en el musical americano, no consta agresividad en el planteamiento, aunque la música, en ocasiones, lo requiere, no se advierte la presencia de "espíritu" pero si de "emociones", sobre todo en los movimientos de torso y brazos, y en especial en algunos encuentros de pareja. Lo antedicho queda explicitado con una banda sonora de tono apocalíptico que muestra una baile desustanciado con la medición del sonido.

En cuanto a la TERCERA PARTE se compone de los dos últimos cuadros, aunque bien podría decirse quedar, por su aportación narrativa, reducidos a uno, ya que entre ambos se establece el enlace por medio de un bailarín que queda sobre escena. Es la parte de "conjunto", donde actúan los catorce bailarines, y el momento cumbre de la coreografía, llegando a formarse hasta cuatro bailes a un mismo tiempo sobre la escena, donde el espacio queda cubierto en su totalidad, respondiendo a un modo de dirección correcto. El "tiempo" se vuelve rápido, el "peso" de la danza se abre ligero y mejoran las sensaciones de tratamiento. Llegado aquí la rotura con el ballet clásico es total, aunque permanece cierta rigidez formal en los elementos masculinos.

A la vista de lo visto cabe decir que los BAILARINES, además de su formación clásica, conocen multitud de bailes, con mayor o menor acierto, El VESTUARIO es elegante y fino, inexistente la ESCENOGRAFÍA, de modo que el ESCENARIO se llena mediante unas relaciones lumínicas sustentadas en un oro-carne acompasado de azules y marfiles, así como ciertas coloraciones verdes apasteladas, haciéndose uso del "cañón" en una sola ocasión, quedando desatendida la sombra que, por su intervención, resulta sobre la pared de fondo del escenario, cuyo piso queda delimitado por un conjunto de nueve cuadrados que sufren mutaciones constantes de color entre blanco y negro. La MÚSICA se estructura en base a Mozart, Wagner, Donizetti y Chopin junto con Bebe, Lura, Tony Pastor entre otros, donde lo español, lo portugués, el swing o el apocalipsis se sucede de manera inconexa.

Se podría decir que el ESPECTÁCULO de VÍCTOR ULLATE es liviano, fresco en ocasiones, ligero, conteniendo "emoción" en algunos momentos, insustancial en otros, tal vez adecuado para una agradable noche de verano.

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