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El HOLOCAUSTO ESPAÑOL de Paul Preston es un libro que contiene en su interior toda la barbarie personal e institucionalizada que una guerra puede dar de si. Los "muertos" son el personaje principal del texto, de ahí que páginas enteras venga a enumerar las relaciones entre verdugos y victimas desde un punto de vista de las cifras. El texto contiene sucesos y acontecimientos que relatan como actuaban unos y como fallecían otros, con una narrativa lineal, fácil, comprensible, sin que en la misma, salvo excepciones, venga a detonarse una implicación del autor en la misma. Es un relato histórico con leves historias, con cientos de personajes que aparecen y se extinguen en apenas tres lineas de texto.
Contiene una exposición sobre el origen del odio y la violencia, de como la violencia en la zona rebelde lo es institucionalizada, siendo espontanea en la zona republicana, de como el avance de las tropas rebeldes responden al concepto de columna de la muerte, mientras que los asesinatos cometidos en la zona republicana son el resultado de una ciudad aterrada, mientras que la república luchaba, los rebeldes aniquilaban.
El libro de Paul Preston resulta tendencioso en la medida que los epígrafes de los capítulos distingue como entre dos tipos de "asesinatos", y como si los de una parte resultasen menos delictivos que los de la otra parte. En esto falla el texto.
Pero, y en esta ocasión, lo que nos interesa especialmente del libro es el segundo capitulo de la primera parte, cuyo epígrafe es LOS TEÓRICOS DEL EXTERMINIO. Son una veinte páginas especialmente dedicadas a la "derecha" que no tienen en el libro su copia especialmente dedicada a la "izquierda".
En el capitulo citado comienza diciendo el autor como "varios individuos influyentes se servían de una retórica que instaba a la erradicación de la izquierda como deber patriótico. Insinuaban la inferioridad racial de sus enemigos de izquierdas y liberales", para seguir diciendo que los Protocolos de los sabios de Sión son algo así como la quintaesencia del pensamiento de derechas en la España de los años treinta del siglo veinte. Entre los citados aparece Juan Tusquets Terrats, Julián Cortés Cavanillas, Marcial Solana, Aniceto de Castro, Antonio de Pildain, José Cicera, Eugenio Vegas, etc., perfectos desconocidos hoy y apenas reconocidos en aquellos años, a los que podemos añadir Onésimo Redondo, Ramiro Ledesma y José Antonio Primo de Rivera. Estos y algunos más, desde revistas y periódicos con tiradas minúsculas, incidieron en los generales rebeldes que iniciaron la guerra, y fueron los verdaderos artífices del odio.
Sin embargo, la pretensión de Paul Preston no resulta aceptable. FRANCO y sus oficiales solo entendían "de lo militar" como la única forma decente de vida que podía darse, de modo que las proclamas de los anteriormente citados solo eran ideas que se incorporaron de forma natural, dentro de un largo proceso histórico, a la justificación de un levantamiento militar. De hecho dichas ideas, suponiendo que en algún momento tuviesen alguna incidencia, fueron relegadas al olvido con el lento paso del tiempo, pero incorporadas como un sucedáneo dentro de un marco general político. De hecho Franco adopta la ideología nazi no porque él fuera un nazi sino porque en aquellos momentos era la ideología factible a sus intereses personales, de modo que la deshecha posteriormente cuando dicha ideología resulta innecesaria. Franco se apoya en la iglesia pero no permite que la iglesia ejerza poder alguno sobre él. Franco se apodera de la simbologia falangista pero no permite que la misma suplante la idea de "cuartel". La evolución misma del "franquismo" muestras las distintas etapas de adherencia y separación de ideas, así vemos fascismo, autarquia, tecnocratas, aperturismo y su devenir en monarquía.
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