domingo, 21 de agosto de 2011

00662-12.VIAJERO MADURO: 01.Estrecho de Sacos

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En CALLOSA DE ENSARRIA (véase documento 00630 de este índice) existe un paraje natural que responde al nombre de FUENTES DEL ALGAR. El lugar se encuentra en la provincia de Alicante y es, tal vez, el reclamo fluvial más espectacular que conoce la Costa Blanca. Queda situado dentro de una amplia zona conocida como SACOS, a píe de Peña Severino con su cumbre La Campana de ochocientos metros como estribación oeste de la Sierra de Bernia, dentro del ámbito de una partida rural que responde a la denominación de EL ALGAR, un valle hundido entre montes, por donde fluye el río Algar, rico y productivo, que exporta sus frutas. El RÍO ALGAR arranca de la Sierra del Carrascal, donde es el producto de varios arroyos, sigue rumbo norte-sur, de unos veinticinco kilómetros y es su afluente el río Bolulla

Para llegar a LAS FUENTES DEL ALGAR basta tomar la carretera de Callosa de Ensarria a Bolulla, tomando la desviación oportuna que viene en el indicador. Una vez en la zona hay que dejar el coche en uno de los aparcamientos, privados y que surten de ingresos a diversos vecinos del área, preguntar y pagar la oportuna entrada municipal. Nos recibe "la cascada" a la derecha, mientras que a la izquierda una escalera de pronunciada pendiente nos remite a una mayor altura entre una preciosa melena de rápidos chorros y saltos de agua que adornan una floreada y verde diferencia de nivel. La piedra muestra la desnudez de su humedad y el voluptuoso vestido verde y de flores que la cubre se entremezcla con el frescor del agua clara y violenta que no se detiene en su transitar. Es un espectáculo en el sentido más puro de la expresión. Una vez arriba de la escalera se inicia un barranco donde el agua y sol, junto a la vegetación, proporciona una conjunción preciosista más propia de una pintura colorista. Desde aquí se suceden, junto a un camino que se bifurca en varias sendas, pasarelas, miradores, puentes, todos los cuales nos conducen a diversas partes del lecho del río Algar, incipientes playas de piedras y tierra, recodos, charcas, pozas, donde el agua y la vegetación, junto a los cantos rodados, destilan formas y ambientes, sol y sombras, puntos donde extender la toalla, la mesa, las sillas..., mientras la vista, alocada y en precipitación, no alcanzar a posarse sobre toda realidad que se extiende, en abanico, ante ella.

El VIAJERO MADURO, calzado con sus "cangrejeras" y que, por su cadencia de paso, todo lo ve y todo lo huele, siente como hallarse en un vergel de vida, se prende del agua fría y de las primeras laderas que, con sus ya veinte metros de altura, forma el angosto discurrir del río que, poco a poco, nos muestra la aparente caverna que forma. Ahora se suceden embalses de agua con pozas de agua calma junto a cascadas y aguas desatadas, donde cubren, a veces, alturas que apenas sobrepasan los tobillos con otras que superan las rodillas, y aún lugares donde puede no tocarse el fondo con los pies. La subida contra corriente es en ocasiones fluvial, otras se puede hacer uso de la senda que acompaña, por su margen izquierdo, al río, pero siempre es un esfuerzo personal entre piedras y arbustos, troncos caídos y rocas que imponen su respeto, tuercen el recto caminar del Viajero Maduro, le hacen perder el equilibrio, hacer malabares y hasta precipitarse sobre el agua.

Todo se sucede de forma tan vertiginosa que el Viajero Maduro no acierta a ser consciente que desde que dejara la carretera ha recorrido quinientos metros hasta "una laguna de aguas calmas" que es la entrada al ESTRECHO DE SACOS.

Para unos, una mayoría importante, todo son Las Fuentes del Algar, pero para el Viajero Maduro, que es culto y sensato, bien informado, esa "laguna de aguas calmas" es la puerta donde se inicia el Estrecho de Sacos. Nos encontramos ante un desfiladero de unos doscientos cincuenta metros de largo que en sus primeros veinte metros apenas tiene una anchura de dos metros, con unas paredes verticales que se aproximan a los ochenta metros de altura. Este primer tramo hay que pasarlo a nado y su profundidad pende del caudal del río. Aquí el agua "rabia de frío" pero atrae al Viajero Maduro como en un campo gravitatorio.

De pronto el "estrecho" se abre, formando una anchura media entre paredes de unos cinco metros, y el "agua brava" se impone. Hay que sortear los torrentes que podrían llevarse de viaje al Viajero Maduro, hay que escalar las rocas que cierran el paso, o bien sortearlas por debajo, aprovechando leves cámaras de aire que se forman, buscando siempre el mejor lugar por donde encaminar los pasos. Si miramos al frente podemos ver la torrentera general del río, amenazante, venir hacia nosotros. Si miramos hacía arriba podemos admirar la solidez de la roca que se aleja hacía el cielo, mientras el sol y la brisa de tierra nos secan, de inmediato, el cuerpo mojado por ese agua enfadada que pasa y pasa sin descanso.

Vamos superando las pruebas a las que nos somete el Estrecho de Sacos, y vemos al final, allá donde la tierra parece juntarse con el agua, un horizonte que cierra el estrecho, que es nuestro destino. El Viajero Maduro llega, se detiene, y contempla a su derecha una violenta caída de agua entre árboles y arbustos que, a veces si y en otras ocasiones no, dejan ver los TUBOS DE LAS FUENTES DEL ALGAR.

1 comentario:

  1. Llevo años preguntandome que habria mas arriba de la zona visitable de las fuentes del algar!! muchas gracias por la informacion

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