miércoles, 13 de enero de 2021

06264-233.ALICANTE: 01.El Pantano de Alicante (setiembre de 1994)

DOCUMENTO ANTERIOR
06254 (06.01.2021 - Pantano de Tibi)

DOCUMENTO POSTERIOR
06269 14.01.2021 - 02.El Pantano de Alicante 
                                     (setiembre de 1994)



1. El clima en Alicante
2. El agua en Alicante
3. La idea de un pantano
4. De nuevo la idea de un pantano
5. El reparto del agua
6. Descripción de la obra
7. Averías y reparaciones

1. EL CLIMA EN ALICANTE

Alicante se encuentra situada en el extremo occidental de la cuenca del Mediterráneo; debe, por tanto, sus características climáticas a dos hechos principales: su situación dentro del Mediterráneo y su adscripción a la zona general de circulación  del oeste. Es, pues, en este segundo sentido, notoria la influencia que sobre Alicante tiene el anticiclón de Las Azores.

Como masa atmosférica sometida a una elevada presión, el anticiclón de Las Azores genera un aíre descendiente, en el sentido de las agujas del reloj, de modo que la influencia de los vientos fríos que tienen su entrada, entiéndase los polares y los propios de la corriente fría de Canarias, por la derecha, generan, los procedentes del Polo Norte una orientación hacía Galicia y cornisa cantábrica así como interior de la meseta central, alcanzando, en su oclusión, el golfo de León, una corriente cálida de salida por la izquierda, captando e impidiendo, de este modo, la incursión de bajas presiones en Alicante, una vez éstas hubiesen cruzado la península empujadas por vientos de aquella dirección . Vemos, pues, como desde el atlántico, zona central, no recibe Alicante ni vientos ni nubes.

Por otra parte, el Mediterráneo occidental, aquel que baña la costa alicantina, carece de centros de acción depresionarios, excepción hecha, en lo que nos interesa, del que se genera en el Golfo de León, al sur de Francia.

Los vientos polares que se generan en setiembre en el Polo Norte, forman sobre el Atlántico Norte una zona de Bajas Presiones, que impulsadas por dichos vientos fríos recorren la cornisa cantábrica y los Pirineos, llegando hasta el Golfo de león; allí entran en colisión con las corrientes de curvatura ciclónica que se han ido formando a lo largo del periodo estival como consecuencia de la fuerte evaporación de la zona. Estos procesos de embolsamiento de aire frío en altitud y las corrientes cálidas ascendentes, generan una rápida condensación  del vapor de agua y como consecuencia de esto una virulenta lluvia. A esto le llamamos “Gota Fría”. La expansión máxima de esta Baja Presión alcanza el sistema montañoso al norte de la Provincia de Alicante, por lo que la ciudad no suele verse perturbada por la lluvia desencadenada, y que como vemos tiene su origen en el norte.

Tampoco recibe Alicante agua procedente de las incursiones que los vientos del Atlántico hacen sobre la Meseta Castellana, ya que los mismos, tras un largo recorrido desde el Polo Norte, llegan próximos a la oclusión.

Examinados el oeste, el este y el norte, hemos visto los obstáculos que impiden la llegada de agua de lluvia a Alicante. Nos queda el sur.

Del Atlántico Sur y del encuentro del Mediterráneo con el Atlántico en el Estrecho de Gibraltar, penetran por la depresión del Guadalquivir masas nubosas que, unidas al funcionamiento térmico del Mediterráneo durante el estío, alcanzan de pleno el ámbito territorial de Alicante, los cuales al contacto con el aire frío en altura generan, durante el otoño, grandes desastres hidrológicos conocidos como “Gota Fría”.

2. EL AGUA EN ALICANTE

Los obstáculos e impedimentos que la naturaleza pone a Alicante en relación al agua, se ven complementados por el trazado de unos ríos, cortos y secos, mejor adaptados para la canalización de fuertes avenidas de agua durante el periodo otoñal, que para el sosiego transitar de un caudal continuo.

El agua, por su escasez, es un bien extraordinariamente apreciado en Alicante, pues su escasez influye y determina la agricultura de la Huerta de Alicante, al tiempo que se convierte, durante el otoño, en el más temido y atroz enemigo de los campos y de las cosechas.

Fue, por tanto, desde antiguo, necesario organizar el regadío en la Huerta de Alicante, llegándose a producir un fenómeno, que se hunde en la Edad Media, por el cual el agua se constituía, por si misma, en una propiedad transmisible y separada de la propiedad de la tierra.

Alfonso X de Castilla, tras la conquista de las tierras moras, concedió a Alicante privilegios y franquezas, que contenían el disfrute de todas las aguas nacidas en los actuales términos de Onil, Ibi y Castalla, y que conforman la cuenca del Montnegre, también llamado “Cabanes” y “Verde”. El caudal del río fue distribuido en 366 hilos de una hora y media de duración cada uno, regándose de este modo la huerta y controlándose el uso y disfrute de las aguas por todos los regantes.

Sin embargo, lo que en su origen fue una afortunada decisión, se mostró, con el paso del tiempo y el incremento de regantes, insuficiente.

Efectivamente, el irregular aporte de aguas que la naturaleza hacía sobre las tierras alicantinas, producía momentos de grandes avenidas que, además de inundar las tierras de labor, descargaban la mayor parte de su caudal en el mar, perdiéndose en consecuencia tan preciado líquido. Por otra parte tanto el nacimiento del Montnegre como las aportaciones que desde otros puntos recibía el cauce de este río se solían secar con relativa asiduidad, de forma que las cosechas se perdían, no resultaban del todo lo provechosas que era necesario o bien el beneficio se convertía en pérdida. 

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