miércoles, 28 de diciembre de 2011

00869-25.CINE: 01.Un dios salvaje

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          Estamos ante una obra de teatro de YASMINA REZA dentro de un espacio y tiempo teatral único, con cuatro personajes que tratan de llegar a un acuerdo en torno a una riña entre dos niños. UN DIOS SALVAJE es del año 2011, francesa, una tragicomedia, y su duración ronda 1,20 horas, dirigida por Román Polanski e interpretada por Kate Winslet, Christoph Waltz, Jodie Foster y John Reilly.

          Las escenas primera y última, tomadas en el parque, donde los dos niños abren y cierran las hostilidades, secundadas por el primer plano de un ratón feliz, dan el verdadero sentido a la película, ya que la sucesión de tomas, tanto del salón de la casa como las aparentemente secundarias de la cocina y del aseo irrumpen de forma meticulosa y precisa dentro de un apreciable trabajo de DIRECCIÓN, perfectamente secundado por la DIRECCIÓN ARTÍSTICA Y EL MONTAJE, ya que la trama no presenta vacíos narrativos ni permite evidenciar cortes estructurales. Los PLANOS "medios" logran situar a los personajes perfectamente dentro del ambiente general espacial, pero sobre todo son los planos "de media figura", en varias y precisas ocasiones, tomados por detrás de un personaje los que presentan las mejores FOTOGRAFÍAS de la película, ya que adquieren una visión aparentemente subjetiva de la acción de los actores, mostrándolos absortos, solitarios e indeterminadamente bien situados en cuadro. La CÁMARA adopta, en todo momento, una posición horizontal, y cuando toma planos de "figura entera" los centra dentro del espacio que es capaz de ser captado.

          No sabríamos destacar la actuación de ninguno de los cuatro ACTORES. Cada uno cumple notablemente con la calidad de su personaje, no sobresale ninguno pero los cuatro se imponen como conjunto e individualmente, haciendo que la representación resulte convincente, que los diálogos sean claros, que lleguen fácilmente al espectador. La NARRACIÓN es una tragedia en su exposición, un argumentario de conveniencias sociales y explosiones personales, pero una comedia desde el punto de vista del espectador, que contempla, entre sonrisas y en ocasiones algo estupefacto, la evolución de un problema que, en el fondo, no existe.  

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